El estado de Myanmar, alberga el mayor bosque de teca salvaje del mundo; el «oro marrón» le llaman. La
explotación incontrolada de los miles de hectáreas donde crece este tesoro vegetal solo genera grandes ingresos al Estado, que tiene el monopolio de su explotación. De Myanmar procede el 80 % de la producción mundial de teca. Llegar hasta allí no es difícil; incluso se organizan excursiones turísticas para ver de cerca la tala y recogida de troncos por hombres y elefantes. A simple vista, todo es normal. Pero, más allá, en las profundidades del bosque, donde el Gobierno prohíbe el paso al extranjero, la espesura esconde la situación de semiesclavitud a la que está sometida la etnia karen. Conocidos por sus «mujeres jirafa», representan el 7 % de la población nacional. Hombres y niños trabajan en la mayor parte de los 16 millones de hectáreas de bosques de teca de Myanmar, a 1 500 metros de altitud, donde nadie los ve, obligados por el ejército, en condiciones infrahumanas y en su mayoría sin cobrar. A esto hay que añadir que este paraíso dorado de madera preciosa que a principios del siglo xx cubría el 80 % del país, podría desaparecer en poco tiempo. En 1948 descendió hasta el 72 %, y en 1990 ya solo ocupaba el 47 % del territorio. De hecho, Myanmar es el tercer país del mundo en nivel de deforestación, después de Brasil e Indonesia: desaparecen unos 8 000 km2 de bosque al año. En 1989, en Tailandia y China se prohibió la explotación de la teca salvaje y Myanmar se convirtió en el primer exportador mundial de teca de alta calidad. Son las cinco de la mañana de un día de agosto. El tráfico es intenso en el río Ayeyarwady. Cientos de camiones partieron el día anterior cargados con troncos desde los lugares de recolección. Esperan a que pasen los barcos de carga con rumbo a Rangún, la capital, donde la compañía Myanmar Timber Enterprise comercializa la producción. Desde allí, la madera parte hasta Tailandia, China o la India, donde se manufactura y se vende, sobre todo a países escandinavos y a Estados Unidos. DELGADO, L. «Esclavos de la teca» GEO (Adaptación) 1. Busca en un mapa la localización de Myanmar; luego, investiga y resume los rasgos de su medio natural. 2. Recoge información en enciclopedias o Internet sobre los bosques de teca, dónde se localizan y qué propiedades tiene esta madera, y elabora un breve informe. 3. Según el texto, ¿cómo se realiza la explotación de los bosques de teca? ¿Qué repercusiones puede tener dicha explotación? 4. ¿Qué opinas sobre la situación de la etnia karen?
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¿Se puede plantar en el desierto? Que se lo pregunten a los almerienses. En 1963, un agricultor de Roque- tas de Mar construyó el primer invernadero. Hoy, el oeste de Almería tiene la mayor cantidad de invernaderos del mundo. Y bajo el plástico, los últimos avances tecnológicos. Es la agricultura del siglo XXI. José Carlos Fuentes es uno de estos nuevos agricultores. «Mi invernadero cuenta con un sistema de riego automatiza- do». Un programa informático controla el proceso. El ordenador mide el pH del agua, recurre a una base de datos para calcular la combinación de fertilizantes y, arranca el motor que bombea el agua a través de cables de riego por goteo. «Antes regábamos a manta —sistema que consiste en abrir las compuertas de la acequia hasta inundar la tierra—, pero ahora miramos por el agua», comenta José Carlos. «No hay una zona en España que haga un uso tan eficaz del agua», continúa. José Carlos espera tener una buena cosecha para instalar el cultivo hidropónico. Las plantas no se siembran en el suelo sino en bandejas de material inorgánico, cuya misión es dar soporte a las raíces. «El fin del cultivo hidropónico», comenta Juan López, ingeniero agrónomo, «es el control de los factores que afectan al cultivo, y la tierra es el factor menos controlable porque no se sabe los minerales que aporta; en ella viven hongos y bacterias, y, además, desperdicia agua». Por ello, se apuesta por el fertirriego: la propia agua lleva los nutrientes. Sensores instalados en las bandejas miden la temperatura, la humedad delambiente y la radiación solar. Cuando los cultivos detectan la sed, envían aviso al ordenador, que pone en marcha el sistema de riego. Según explica Manuel Hernández, «el ordenador procesa la información que le envían los distintos sensores y, en caso de anomalía, manda un aviso al móvil del agricultor. Este puede, a su vez, usar el teclado del teléfono para dar instrucciones al equipo». www.elmundo.es/ariadna (Adaptación) 1.Explica las nuevas técnicas que se utilizan en los invernaderos almerienses y las ventajas que proporcionan. En el archivo encontraréis los enlaces web para esta unidad.
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AutorÁlvaro Aguirre, profesor de Ciencias Sociales en el IES Benalmádena Archivos
Mayo 2018
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